martes, 29 de enero de 2013
Se que muchos se preguntan porqué no voy a la tumba de mi hermano, y lloro allí.
Parece ser que está mejor visto lamentarse delante de una roca escrita.
No le ven el sentido a que yo me columpie entre hojas vivas.
Pero no me importa, allí no está Vincent. Lo sé.
Está aquí. Porque es donde le gustaría pasar la eternidad.
Sería una eternidad hermosa.
lunes, 28 de enero de 2013
jueves, 24 de enero de 2013
Y aferrandome a luchar por nada. Porque si ya lo había perdido todo, podría hacer cualquier cosa.
No sé el número, pero me rodeaban completamente. Cinco quizás.
Cinco hombres, cada uno con sus armas.
Yo. Una chica son las manos desnudas y todo por perder.
Sinceramente, el peligro soy yo.
Cerré los ojos, noté el aire en mi tráquea y me preparé para moverme.
Giré a gran velocidad y pasé por debajo del brazo, le empujé la espalda los suficientemente fuerte como para derribar al que tenia en frente.
Debía eliminar a cuantos pudiese, o me perseguiría el mismo número.
Aprovechando el impluso, cogí el cuchillo de las manos de derribado. Y con todas mis fuerzas los clavé en su cintura e intenté moverlo a lo largo de su cadera, pero no tenía tiempo.
Intenté correr, pero caí con estrépito sobre las hojas secas de los árboles que siempre me habían dado refugio.
Tenía el tobillo atrapado por un látigo negro.
Cuatro hombres venían hacia mi.
¡Reacciona Demise!
Con rapidez quité el cuero que me apretaba la piel, lo cogí con mis manos y tiré, pero él era mas fuerte. Ya estaba cerca, muy cerca.
El cuchillo brillaba en su otra mano.
Su otra mano...
Cogí un puñado de tierra, lanzándosela a la cara. Dió un paso atrás bajando la guardia, me levanté y le arrebaté el metal. Me estaba agarrando del cuello, pero yo le corté el suyo.
La sangre brotaba sin control y yo comenzaba a marearme por los recuerdos.
Los tres restantes venían a por mí al mismo tiempo. Tres.
Dios, por favor, no pienses en eso.
Sólo me quedaba luchar como pudiese.
Me movía rápida sin ver nada. Recibí golpes en la cara y empujones por la espalda.
Confiaba en que ellos también se golpearan.
Era el caos, y la confusión. No sabía que hacer y mi respiración era tan agitada que el corazón me explotaría.
Los gritos me hacian temblar de dolor y miedo.
Sin pensar salí de allí.
Noté el corte en el brazo.
Seguí. Y me abracé al tronco mas próximo.
Clavé las uñas como nunca lo había hecho y notaba la extrañez en mis manos. Como resbalaba en la superficie tortuosa.
¡Arriba!
Grité mientras escalaba sacrificando la piel de mis manos y la vida de mis uñas.
Estaba lo suficiente alto para que no me cogiesen, pero no sabía si llevaban armas de fuego, por lo que continué sobre las hojas.
Me senté sobre el tronco más sólido y grité por el esfuerzo.
Mi garganta temblaba y ardía. Sentía la tierra en mis ojos y la sangre en la cara.
Mire mis manos.
Faltaba algo.
En mi mano derecha el hueco vacío destacaba por el río de sangre.
Un dedo por mi vida.
Este era el juego.
Y aún no había acabado.
No sé el número, pero me rodeaban completamente. Cinco quizás.
Cinco hombres, cada uno con sus armas.
Yo. Una chica son las manos desnudas y todo por perder.
Sinceramente, el peligro soy yo.
Cerré los ojos, noté el aire en mi tráquea y me preparé para moverme.
Giré a gran velocidad y pasé por debajo del brazo, le empujé la espalda los suficientemente fuerte como para derribar al que tenia en frente.
Debía eliminar a cuantos pudiese, o me perseguiría el mismo número.
Aprovechando el impluso, cogí el cuchillo de las manos de derribado. Y con todas mis fuerzas los clavé en su cintura e intenté moverlo a lo largo de su cadera, pero no tenía tiempo.
Intenté correr, pero caí con estrépito sobre las hojas secas de los árboles que siempre me habían dado refugio.
Tenía el tobillo atrapado por un látigo negro.
Cuatro hombres venían hacia mi.
¡Reacciona Demise!
Con rapidez quité el cuero que me apretaba la piel, lo cogí con mis manos y tiré, pero él era mas fuerte. Ya estaba cerca, muy cerca.
El cuchillo brillaba en su otra mano.
Su otra mano...
Cogí un puñado de tierra, lanzándosela a la cara. Dió un paso atrás bajando la guardia, me levanté y le arrebaté el metal. Me estaba agarrando del cuello, pero yo le corté el suyo.
La sangre brotaba sin control y yo comenzaba a marearme por los recuerdos.
Los tres restantes venían a por mí al mismo tiempo. Tres.
Dios, por favor, no pienses en eso.
Sólo me quedaba luchar como pudiese.
Me movía rápida sin ver nada. Recibí golpes en la cara y empujones por la espalda.
Confiaba en que ellos también se golpearan.
Era el caos, y la confusión. No sabía que hacer y mi respiración era tan agitada que el corazón me explotaría.
Los gritos me hacian temblar de dolor y miedo.
Sin pensar salí de allí.
Noté el corte en el brazo.
Seguí. Y me abracé al tronco mas próximo.
Clavé las uñas como nunca lo había hecho y notaba la extrañez en mis manos. Como resbalaba en la superficie tortuosa.
¡Arriba!
Grité mientras escalaba sacrificando la piel de mis manos y la vida de mis uñas.
Estaba lo suficiente alto para que no me cogiesen, pero no sabía si llevaban armas de fuego, por lo que continué sobre las hojas.
Me senté sobre el tronco más sólido y grité por el esfuerzo.
Mi garganta temblaba y ardía. Sentía la tierra en mis ojos y la sangre en la cara.
Mire mis manos.
Faltaba algo.
En mi mano derecha el hueco vacío destacaba por el río de sangre.
Un dedo por mi vida.
Este era el juego.
Y aún no había acabado.
miércoles, 23 de enero de 2013
"Al final has acabado siguiéndome."
"No te equivoques, si pudiese hacerlo sola lo haría. No me agrada tu compañía."
"Si no te agrada, ¿Por qué me ayudaste a escalar para salvarme la vida?"
"Porque no puedo hacer esto sola."
"Tus palabras bailan muy mal, Demise. Pero tus ojos son la coreografía perfecta para mostrarme que las mentiras nunca serán lo tuyo. Soy el único que ha estado contigo mas de cuatro horas en diez años."
"Cree lo que quieras, pero la soledad siempre ha sido mi mejor compañía."
"¿Ah, si? Entonces ¿por qué tiemblas cuando simplemente rozo tu piel?"
"No te equivoques, si pudiese hacerlo sola lo haría. No me agrada tu compañía."
"Si no te agrada, ¿Por qué me ayudaste a escalar para salvarme la vida?"
"Porque no puedo hacer esto sola."
"Tus palabras bailan muy mal, Demise. Pero tus ojos son la coreografía perfecta para mostrarme que las mentiras nunca serán lo tuyo. Soy el único que ha estado contigo mas de cuatro horas en diez años."
"Cree lo que quieras, pero la soledad siempre ha sido mi mejor compañía."
"¿Ah, si? Entonces ¿por qué tiemblas cuando simplemente rozo tu piel?"
Te has percatado de que tengo miedo, y me resulta casi imposible ocultarlo.
Porque mis manos tiemblan y mis ojos palidecen en rojo. No puedo escapar, y eso me esta matando.
"¿A dónde irás?"
Tu voz suena como si me susurrases, como si estuvieses aquí, incluso siento el calor congelado de tu piel.
No puedo escapar. No me permiten escapar.
Van a matarme.
Si gritar es de cobardes, si correr es de cobardes, si llorar es de cobardes.
Ahora soy realmente valiente.
Pero no me siento así.
La tierra a dos metros de mí está removida por mis pasos, intentando huír y al segundo parar porque me rodeaban.
Estoy rodeada.
"No puedes escapar."
Me susurras verdades.
Ya sé que no puedo escapar, van a matarme, todo va a terminar, como siempre he querido.
¿Por qué estoy tan asustada entonces?
"Te aferras a lo que tienes."
No tengo nada.
"Mientes."
Porque mis manos tiemblan y mis ojos palidecen en rojo. No puedo escapar, y eso me esta matando.
"¿A dónde irás?"
Tu voz suena como si me susurrases, como si estuvieses aquí, incluso siento el calor congelado de tu piel.
No puedo escapar. No me permiten escapar.
Van a matarme.
Si gritar es de cobardes, si correr es de cobardes, si llorar es de cobardes.
Ahora soy realmente valiente.
Pero no me siento así.
La tierra a dos metros de mí está removida por mis pasos, intentando huír y al segundo parar porque me rodeaban.
Estoy rodeada.
"No puedes escapar."
Me susurras verdades.
Ya sé que no puedo escapar, van a matarme, todo va a terminar, como siempre he querido.
¿Por qué estoy tan asustada entonces?
"Te aferras a lo que tienes."
No tengo nada.
"Mientes."
lunes, 21 de enero de 2013
Hay momentos perfectos.
Hubo momentos perfectos.
Es una pena lo sepa ahora.
Fotografía: Freedom found in surrender
sábado, 19 de enero de 2013
-Estás degradada. Caminas pero en realidad no te mueves, tu mente sólo está en un lugar, ¿No te parece patético? Piensas que eres valiente porque no obedeces a los demás y te saltas las reglas delante de sus narices, pero no paras de huír, sólo huyes y siempre al mismo lugar. Piensas que nada tiene sentido, como si fueses uno de esos adolescentes que dicen que este mundo no los entiende. Pasa de fase, llevas más de diez años así, crece de una vez.
Me cogió por sorpresa que alguien me describiese con tal exactitud.
Me cogió por sorpresa que alguien me describiese con tal exactitud.
viernes, 18 de enero de 2013
viernes, 11 de enero de 2013
Mi padre me explicó lo que era. No recuerdo mi edad, quizás cuatro años o poco más.
Pero no le importó, me lo dijo con cientos de tecnicismos.
No lo entendí.
No supe la abominación que era sin quererlo, hasta que lo leí en un libro.
Al parecer hay tres tipos; normales, guías y centinelas.
Los normales son eso, normales que no merecen la pena ni nombrarlos.
Los guías y centinelas son los especiales. O eso creen.
En mi caso, durante el desarrollo embrionario las células promotoras u organizadoras diferencian a células que posteriormente sintetizaran proteínas determinadas que solo nosotros, los centinelas, tenemos.
Así que sin pedirlo, mis células comenzaron crear y crear. Activaban genes que producían proteínas determinadas que acabarían con cualquier signo de normalidad.
Estas proteínas de nombres impronunciables provocan que mis sentidos se agudicen, y me vuelva un monstruo.
Así es mi origen, nuestro origen.
Estoy segura de que todo comenzó por un maldito experimento.
En el pasado todos eran normales como mi hermano, ahora nos diferenciamos, como las células.
Pero no somos como ellas, nosotros somos inútiles.
Somos escoria.
Pero no le importó, me lo dijo con cientos de tecnicismos.
No lo entendí.
No supe la abominación que era sin quererlo, hasta que lo leí en un libro.
Al parecer hay tres tipos; normales, guías y centinelas.
Los normales son eso, normales que no merecen la pena ni nombrarlos.
Los guías y centinelas son los especiales. O eso creen.
En mi caso, durante el desarrollo embrionario las células promotoras u organizadoras diferencian a células que posteriormente sintetizaran proteínas determinadas que solo nosotros, los centinelas, tenemos.
Así que sin pedirlo, mis células comenzaron crear y crear. Activaban genes que producían proteínas determinadas que acabarían con cualquier signo de normalidad.
Estas proteínas de nombres impronunciables provocan que mis sentidos se agudicen, y me vuelva un monstruo.
Así es mi origen, nuestro origen.
Estoy segura de que todo comenzó por un maldito experimento.
En el pasado todos eran normales como mi hermano, ahora nos diferenciamos, como las células.
Pero no somos como ellas, nosotros somos inútiles.
Somos escoria.
jueves, 3 de enero de 2013
Mis padres nunca me volvieron a llamar, creo que ni les importó que me fuese.
Al final el orgullo de los Tonner fue el fracaso de los Tonner. No entiendo como no les importa, como pierden a sus dos hijos, y al menos no tratan de recuperarme.
Creo que ellos saben que la mayor parte de mi tiempo lo paso entre árboles, por ello no vienen.
Odian el bosque, es el lugar de la muerte. Y aunque a veces incluso la he oido entonar dulces canciones. No temo a la muerte. Porque si me atrapa recuperaré más de lo que puedo ganar en mil años de vida."
Fotografía: The Forest
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