Hazle olvidar.
Hazle dudar.
Tira las barreras que la hicieron impenetrable.
Destruye la razón por la que era fuerte.
Que incluso los árboles más altos caen.

Lo intenté.

Y fallé.

Lo intenté.

Y fallé.






Ahora sé que nunca mereció la pena.

Me siento como una explosión, y los trozos cayeran en todas direcciones, clavándose en la piel de personas que hablan y miran, y hay sangre, mucha sangre. Y toda viene hacia mi, y yo no se nadar.

La técnica para servir a la desesperación es no sonreír a la amabilidad y correr de la manos tendidas. Así es como todo sigue su curso, simplemente correr.